Oh cuántos años y cuantas duras penas
cuántos lamentos trajeados de sonrisa,
cuántos sermones sin asistir a misa,
cuántas lecciones vestidas de condenas.
cuántos lamentos trajeados de sonrisa,
cuántos sermones sin asistir a misa,
cuántas lecciones vestidas de condenas.
de aspiraciones tendidas en la nada,
cuánta embestida cayendo en la hondonada
de un nuevo grito dormido bajo el llanto.
al fin la muerte me parece bella,
al fin el polvo volverá a su estrella
cuando la muerte done su silueta.
tan solo aspiro al delirio de la hoguera
tan solo pido las delicias que me diera
aquel reposo de un dormitar sereno.
que yace quedo, buscando en el incienso
un sueño eterno que borre de este lienzo
esta sonrisa despótica y farsante.
que se adormila cubierta de mutismo,
y cuánto enojo en el silencio mismo
que se aventura callando la conciencia.
que se eterniza en el segundo inerte
en que por fin sonríeme la suerte
de estar ya muerto, aun estando vivo.
tan solo busco el beso de la bala,
tan solo espero las bondades de la pala
vertiendo en mí su candida arenilla.