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sábado, 28 de mayo de 2011

Volviendo sin volver *


Si abraso con mi abrazo,
si aqueja este lamento,
será quizás el viento
quién traiga otro retazo
del beso que has sembrado
en mi alma de azotado.

Y si mi abrazo abrasa,
si mi lamento mella,
será quizás la estrella
quién done de su brasa
y encienda nueva hoguera
en mi alma de quimera.

Y si este verso hiere
la luz de tu intelecto,
tú piensa si es más recto
el que ama porque quiere
o aquél que se atesora
tu gracia de señora
cual fuera otro trofeo.

-De su soberbia es reo-

(Amor; tiendo mi mano)

Tú piensa si es más sano
querer porque se quiere
y amar lo que se muere
o darse por promesas
hipócritas y aviesas.

Pues yo tiendo mi mano
y  te hago de villano
-Saludo necesario-
y al lomo de un Rosario
me voy tejiendo cuitas
dejando las bonitas
virtudes de tu ayer
talladas a mi ser
sellando este querer…

¡Volviendo sin volver!

Desencantos

Dicen las malas lenguas
que el que vive de ilusiones
-mengua y crece, crece y mengua-
muere de desencantos.

Y los desencantos llegaron;
-no tardaron, no tardaron-
agua que no he de beber:
aunque apriete bien las manos
no dejará de correr.
Aunque acerroje mi abrazo,
aunque te soldé a mi pecho,
de tu amor no quedó nada,
ni el más mínimo despecho.