Degradación de grises
entre muros citadinos;
evocan los caminos
desandados por matices
purulentos y amorfinos.
Un silencio estrepitoso
se equivoca de señuelo
hundiéndose en un suelo
humorado y cauteloso
que pretende ser mi duelo.
Y los grises perseveran
en la tarde incinerada,
y jugando con la nada,
los lamentos se entreveran
a mis sueños de manada.
Nada exijo de la vida;
no reclamo a la hondonada
el gran filo de su espada,
ni a la roca desmedida
le replico su coartada.
Nada espero de la muerte:
ya no espero más amor
que el vestido de dolor,
ni placeres, ni la suerte
de espejarme en tu candor.
Degradación de colores
en los últimos fragores
de la noche citadina,
y se hunde nueva espina
en mi cuerpo y mis errores…
entre muros citadinos;
evocan los caminos
desandados por matices
purulentos y amorfinos.
Un silencio estrepitoso
se equivoca de señuelo
hundiéndose en un suelo
humorado y cauteloso
que pretende ser mi duelo.
Y los grises perseveran
en la tarde incinerada,
y jugando con la nada,
los lamentos se entreveran
a mis sueños de manada.
Nada exijo de la vida;
no reclamo a la hondonada
el gran filo de su espada,
ni a la roca desmedida
le replico su coartada.
Nada espero de la muerte:
ya no espero más amor
que el vestido de dolor,
ni placeres, ni la suerte
de espejarme en tu candor.
Degradación de colores
en los últimos fragores
de la noche citadina,
y se hunde nueva espina
en mi cuerpo y mis errores…
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