y que el ánima me apaga
es un dolor que camina
bajo la luna aciaga.
Es un dolor que me bulle,
es un dolor que me brama,
que se acerca y que me huye
desde el alba hasta la cama.
Este dolor que me aúlla,
este dolor que me gime
me sacude, me arrulla,
me aplaza y me exime...
Es un dolor que se enciende
en la ruta equivocada,
cuando la vida se emprende
hacia el centro de la nada.
Es también la guillotina
esperando a ser soltada,
es la esperanza asesina...
es mi cabeza cortada.
Es la inocencia perdida,
es la certeza bandida
en los goces de clavadas
aspiraciones ajadas.
Y es también la coartada
del misterio de la noche,
es la palabra delgada
de tu silencio fantoche.
Es acaso la cadena,
el grillete, la atadura,
el silencio de una escena
inquietante e insegura.
Es tu silente mirada
este dolor que germina
desde el fondo de la nada,
que a mi alma contamina.
Es un silencio de dagas,
es un silencio de espinas,
es un dolor que camina
sobre el filo de una espada.
De Damocles es la espada
que se cierne sobre sienes
cuando surgen los vaivenes
de una vida destrozada.
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