(Escrito entre el 1980 y el 1984, no recuerdo bien cuándo)
La roca posesiva
agiganta sus pretensiones sobre la arena,
empequeñece sus dones ante la ola
y se vuelve potente ante el impermeable velo
que cubre la magna Tierra.
Amor imponente
creces con la llama
que alimenta un fuego eterno…
inextinguible;
y te dilatas ante la resolución agresiva
de aquel que acepta con orgullo su castigo
y ofrece con humildad sus dones.
Te apagas pero
ante las gélidas aguas
de tus mismas palabras hipócritas
que hieren cuales dardos venenosos
a un ya demasiado sufrido corazón.
Después desapareces
bajo la grotesca soberbia
que aflora de tu piel
con tu olor fétido, agonizante, hediondo
amor impotente
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