Cuando la tristeza desborda su límite
se transforma en apatía
y ya no nos importa nada,
ni las risas ni los llantos,
ni la luz ni la tiniebla,
ni la vida ni la muerte,
ni el cielo ni el infierno.
Y es entonces cuando enviamos
nuestras sendas al ocaso,
es entonces cuando damos
nuestras vidas al acaso
y el azar; que es insensible,
nos devora paso a paso.
Y el suicidio delincuente
se apodera de la mente…
se transforma en apatía
y ya no nos importa nada,
ni las risas ni los llantos,
ni la luz ni la tiniebla,
ni la vida ni la muerte,
ni el cielo ni el infierno.
Y es entonces cuando enviamos
nuestras sendas al ocaso,
es entonces cuando damos
nuestras vidas al acaso
y el azar; que es insensible,
nos devora paso a paso.
Y el suicidio delincuente
se apodera de la mente…
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