Los famélicos cuadernos
que se exigen y me exigen
su dual cuota de alimento
ya dejaron de exhibirse.
Y la tinta fluye
se derrama en raudales de tropos consternados;
alucinados, eufóricos a ratos y a ratos tristes:
bipolares.
-El Guaire en Las Mercedes apesta-
El asfalto granulado y pegajoso
evapora sus alientos petroleros
mientras
las vitrinas resplandecen
con su farsa de muñecas y de trapos.
Los alisios indignados
no disuelven la calina
que abochorna a los viandantes…
Y las tardes son tan grises
que semejan al aullido del concreto;
que parecen desespero aletargado
de un cemento silencioso y asechante.
Los cuadernos que se sientan a escribirse
continúan su implacable independencia
mientras cae la noche antagonista;
devastada, derruida y desterrante,
sobre las aceras capitalinas.
Los cuadernos se disponen a dormirse
y ya todo se termina…se termina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario