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lunes, 30 de agosto de 2010

Famélicos cuadernos


Los famélicos cuadernos
que se exigen y me exigen
su dual cuota de alimento
ya dejaron de exhibirse.

Y la tinta fluye
se derrama en raudales de tropos consternados;
alucinados, eufóricos a ratos y a ratos tristes:
bipolares.

-El Guaire en Las Mercedes apesta-

El asfalto granulado y pegajoso
evapora sus alientos petroleros
mientras
las vitrinas resplandecen
con su farsa de muñecas y de trapos.
Los alisios indignados
no disuelven la calina
que abochorna a los viandantes…

Y las tardes son tan grises
que semejan al aullido del concreto;
que parecen desespero aletargado
de un cemento silencioso y asechante.

Los cuadernos que se sientan a escribirse
continúan su implacable independencia
mientras cae la noche antagonista;
devastada, derruida y desterrante,
sobre las aceras capitalinas.

Los cuadernos se disponen a dormirse
y ya todo se termina…se termina.

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