Por la yegua alazana que yace aletargada
-y espera simplemente mis plácidas sonrisas-
es que el tiempo se detiene con sus coces y sus prisas
melancólica presencia, destructiva y acerada…
Por briosa, irreverente, nostálgica y airada
el pánico se irrumpe, el miedo se divisa
y es que mi alma se atormenta pues; tornándose sumisa,
se le esconde y se repliega de esa potra acalorada.
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