Vamos hacia el poniente
con el Sol a las espaldas,
con el paso taciturno,
con la piel colma de escamas.
Llevamos a cuestas las camas
con sueños y pesadillas,
desencantos, maravillas,
con la sien llena de abrojos.
Nos reflejamos en ojos
como si fueran espejos
y con sonrisas forzadas
aplacamos reconcomios.
Pero cuántos manicomios
tienen sus puertas abiertas,
tienen por techo las nubes
tienen por piso la acera.
Quiérase o no se quiera
la vida es sólo un fragmento,
el instante de un momento
y una dicha que se espera
con el fragor de un lamento…
¡Quiérase o no se quiera!
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