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lunes, 7 de enero de 2008

Memorias desgastadas.

Cuántos adioses atormentan nuestras almas,
cuántos silencios envejecen nuestras pieles,
¿cuánta soledad hará falta para crucificar un recuerdo?.



En las piras funestas de memorias desgastadas
arden las angustias y quebrantos
y deseos mutilados por olvidos siderales,
arden las letanías de epitafios repetidos
y se desgastan voluntades
ante el asedio de apatías
intransigentes e invulnerables.



Cuántos adioses sitian nuestras sonrisas,
cuántos silencios emboscan nuestra paz,
¿cuántas lágrimas harán falta para ahogar un recuerdo?.



Memorias, recuerdos, recuentos, remembranzas,
parecen carruseles dándole vueltas al alma.

Alienadas remembranzas nos azotan sin cuartel,
reduciendo a depresiones nuestras ganas de vencer.

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