-¡No es para tanto, hombre!
No es para tanto; dices,
pero duele,
seca las gargantas
lacera los espíritus
ataca corazones
despoja realidades
de prendas de alegría,
y roba al miserable tiempo
bocanadas de sonrisas
que se desvanecen
entre recuerdos vanos.
Y sí, me desconozco
¿de quién es ese rostro
que veo en el espejo?
¿De quién la cicatriz
que marca los silencios?
¿De quién el espinazo
doblado ante el reencuentro?
Y sí, me desconozco
no soy ese dolor
que suda en mis lamentos,
no soy esa tristeza
que ahoga mis cimientos.
Soy sólo la humareda
que viaja con el viento.
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