Bajo un cielo de azul efervescente
contemplo tu silencio inaccesible,
tu silueta, tu figura invencible
y cotidiana en medio de la gente.
Te me acercas, mirada de simiente
y desnudas mi cuerpo con tus ojos
desvelando; de mi alma, los abrojos.
Yo devuelvo miradas de serpiente.
Una lágrima escapa del momento
cual llovizna lavando mil despojos,
un murmullo cabalga sobre el viento
cual incendio que enciende los antojos
de una paz angustiosa y evasiva
entre seres de vida convulsiva.
Y de regreso al limbo del poniente
me voy solo, llorando amargamente...
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