Llueven lágrimas de cristal
de tus ojos sufridos
y un espejo dormido
se despierta en tu mirar.
Soy tu rostro,
soy tu angustia y tu esplendor;
soy tristeza,
soy sonrisa y soy dolor,
soy la fuente del amor.
Soy castigo y soy verdugo,
pero también soy consuelo,
pero también soy candor.
No me esperes en la vera
del deseo y la pasión,
soy el hombre que no miente:
búscame en tu corazón
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